Traducido por el equipo de SOTT.net

La desastrosa actuación de Biden en el debate de la semana pasada hizo imposible negar su senilidad, y sin embargo la élite occidental está haciendo luz de gas, supuestamente ajena a ello hasta ahora.
Biden
La revista Time publicó un artículo titulado "Dentro del desastre del debate de Biden y la lucha por calmar el pánico demócrata"), que se complementó con el de la CNN sobre cómo "Diplomáticos extranjeros reaccionan con horror a la pésima actuación de Biden en el debate".

Ambos hacen parecer que la senilidad de Biden es una sorpresa para todos los que le conocían.

La realidad es que lo sabían desde el principio, pero lo encubrieron mintiendo que cualquier afirmación en este sentido era "propaganda rusa" y/o una "teoría de la conspiración", todo porque en realidad aprobaban que los demócratas instalaran en la Casa Blanca a un literal marcador de posición que la élite liberal-globalista pudiera controlar. Fue un refrescante cambio de ritmo con respecto a Trump, que era demasiado independiente para su gusto a pesar de sus ocasionales capitulaciones a sus demandas, y también tranquilizó a los aliados de Estados Unidos a los que tampoco les gustaba.

Ambos siguieron con la mentira de que Biden está en perfectas condiciones mentales por razones de conveniencia política, pero ahora es imposible mantener la farsa por más tiempo, de ahí que todos estén fingiendo sorpresa y conmoción. No se debe permitir que la élite se salga con la suya con su última luz de gas y debe ser expuesta por uno de los mayores encubrimientos en la historia de Estados Unidos. El país está siendo gobernado por una oscura red de élites transnacionales y nacionales unidas por su ideología liberal-globalista radical.

Biden fue elegido candidato de los demócratas en 2020 precisamente porque ya estaba senil y, por tanto, era completamente controlable. Ese partido, que funciona como la cara pública de la mencionada red de élites, quería a alguien que hiciera lo que ellos exigieran en los frentes de la política interior y exterior. En particular, pretendían convertir a Estados Unidos en un infierno liberal-globalista al tiempo que intensificaban la contención de Rusia por parte de la OTAN en Ucrania, pero la segunda política les salió por la culata tras el inicio de la operación especial.

Sin embargo, nunca tendrán otra oportunidad de instalar a alguien como Biden ya que 2020 fue un año electoral excepcional debido a que fue un referéndum sobre Trump -quien una parte significativa del público fue precondicionado a creer falsamente que es el nuevo Hitler- y el voto por correo debido a la COVID-19. Estas condiciones nunca podrán volver a repetirse de la misma manera por mucho que la élite lo intente, razón por la cual decidieron mantener a Biden como candidato en lugar de sustituirlo desde el principio.

Aunque ahora se está impulsando su sustitución durante la próxima convención nacional del partido, Politico y NBC News, entre otros, señalaron que sería un proceso difícil, por lo que no hay garantías de que lo intenten seriamente. Dicho esto, también podría sufrir algún tipo de emergencia que le incapacite más de lo que ya está, por lo que el escenario no se puede descartar. En ese caso, harán todo lo posible para hacer creer que no tenían ni idea de que estaba tan mal de salud.

Cualquier reconocimiento de que eran conscientes de esto expondría su papel en
el golpe de facto de 2020, que fue el último de la élite después de los de 2001, 1974 y 1963. En aquel entonces, el 11-S fue explotado como pretexto para llevar el estado de seguridad nacional a su siguiente nivel, mientras que la dimisión de Nixon ante el escándalo Watergate de la CIA pretendía eliminar a un líder visionario verdaderamente independiente y popular. En cuanto al asesinato de Kennedy, muchos creen que su objetivo era detener su planeada retirada de Vietnam.

El último golpe de la élite estaba destinado a impulsar la trayectoria liberal-globalista preexistente de los EE.UU. después de que Trump la contrarrestara parcialmente con sus políticas nacionalistas comparativamente más conservadoras, lo que hizo necesario provocar una guerra por poderes con Rusia con el fin de unificar a Occidente en torno a esta causa ideológica. El daño ya se ha producido y gran parte de él es irreparable, pero la vuelta de Trump al poder seguiría siendo mejor para los estadounidenses y para el resto del mundo, razón por la cual la élite está decididamente en contra.

Independientemente de si se toma la decisión de sustituir a Biden, que tiene sus pros como poner a un candidato más atractivo públicamente en la papeleta, pero también sus contras como avivar el pánico sobre las perspectivas electorales del partido, la élite hará todo lo posible para encubrir su conocimiento de su senilidad. Reconocer que lo sabían dejaría pocas dudas en las mentes de muchos de que la elección de 2020 fue en realidad el último golpe de la élite, que es la razón por la que están yendo por la borda con la luz de gas acerca de cómo están sorprendidos.