Traducido por el equipo de SOTT.net

Científicos han advertido de que la decisión de un tribunal de bloquear el cultivo de arroz dorado genéticamente modificado en Filipinas podría tener consecuencias catastróficas. Decenas de miles de niños podrían morir como consecuencia del fallo, argumentan.
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© Erik de Castro/ReutersUn científico compara arroz dorado enriquecido con vitamina A y arroz normal en Manila, Filipinas.
Filipinas se había convertido en el primer país, en 2021, en aprobar el cultivo comercial del arroz dorado, desarrollado para combatir la carencia de vitamina A, una de las principales causas de discapacidad y muerte entre los niños de muchas partes del mundo.

Pero las campañas de Greenpeace y los agricultores locales persuadieron el mes pasado al tribunal de apelación del país para que anulara dicha aprobación y revocara esta. Los grupos argumentaron que no se había demostrado que el arroz dorado fuera seguro, y la demanda fue respaldada por el tribunal, una decisión que Greenpeace calificó de "victoria monumental".

Sin embargo, muchos científicos afirman que no hay pruebas de que el arroz dorado sea peligroso. Es más, afirman que es un salvavidas.

"La decisión del tribunal es una catástrofe", afirma el profesor Matin Qaim, de la Universidad de Bonn, y miembro de la Junta Humanitaria del Arroz Dorado, que promueve la introducción del cultivo. "Va completamente en contra de la ciencia, que no ha encontrado pruebas de ningún riesgo asociado al arroz dorado, y provocará la muerte de miles y miles de niños".

La decisión va a ser impugnada por el gobierno filipino y los expertos en agricultura afirman que podría anularse en un futuro próximo. Pero es probable que el revés tenga profundas repercusiones. Otros países como India y Bangladesh (donde la carencia de vitamina A también está muy extendida) han estado considerando la posibilidad de plantar arroz dorado, pero es probable que ahora se sientan disuadidos.

"La situación es muy alarmante", afirma Adrian Dubock, otro miembro de la junta directiva. "La plantación de arroz dorado no se hacía con ánimo de lucro. Nadie pretendía controlar lo que cultivan los agricultores ni lo que come la gente. Se hacía para salvar vidas".


Comentario: ¿En serio?


En Occidente, la vitamina A está presente en la mayoría de los alimentos, pero en los países en vías de desarrollo brilla por su ausencia en las dietas. Según la Organización Mundial de la Salud, esta carencia "está asociada a una importante morbilidad y mortalidad por infecciones infantiles comunes, y es la principal causa prevenible de ceguera infantil en el mundo". Se calcula que causa la muerte de más de 100.000 niños al año.

Como solución, Peter Beyer, catedrático de biología celular de la Universidad de Friburgo (Alemania), e Ingo Potrykus, del Instituto de Ciencias Vegetales de Suiza, empezaron a trabajar en los años 90 con la nueva tecnología de la manipulación genética. Insertaron genes en el ADN del arroz normal para crear una variante capaz de producir betacaroteno, un rico pigmento de color naranja que también es un precursor químico clave utilizado por el organismo para producir vitamina A.

Se trata del arroz dorado, que ha demostrado ser una fuente eficaz de vitamina A para el ser humano. Países como Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda han dictaminado que el arroz dorado es seguro. Sin embargo, tres décadas después de su desarrollo, todavía no se cultiva comercialmente, gracias a la oposición vociferante del movimiento verde a cualquier cultivo transgénico, independientemente de cualquier beneficio potencial que pueda poseer.


Comentario: Según un estudio, «a menos que se conserve refrigerado en envases al vacío como el arroz con cáscara, el arroz dorado puede perder hasta el 84% de su betacaroteno en seis meses, según una nueva investigación del gobierno indio».


"El arroz dorado fue el primer cultivo transgénico creado que beneficiaba a las personas, no a las empresas ni a los agricultores, y sin embargo su uso se ha bloqueado desde el principio", declaró Potrykus al Observer la semana pasada. "Estoy muy preocupado por la decisión del tribunal filipino, no sólo por su impacto en la adopción del arroz dorado, sino por su efecto en el cultivo de otros transgénicos".

Esta opinión es compartida por muchos científicos. En 2016, más de 150 premios Nobel firmaron una carta abierta en la que atacaban a Greenpeace por hacer campaña contra el arroz dorado y otros cultivos transgénicos. Greenpeace había "tergiversado los riesgos, beneficios e impactos" de las plantas alimentarias alteradas genéticamente, afirmaban. "Nunca se ha confirmado ni un solo caso de resultado negativo para la salud humana o animal por su consumo".

Sin embargo, Greenpeace se mantiene firme. "Hay problemas específicos con el arroz dorado», declaró la semana pasada Wilhelmina Pelegrina, responsable de Greenpeace Filipinas. "Los agricultores que nos plantearon este caso (junto con científicos locales) cultivan actualmente distintas variedades de arroz, incluidas semillas de alto valor con las que han trabajado durante generaciones y sobre las que tienen el control. Les preocupa, y con razón, que si sus variedades orgánicas o autóctonas se mezclan con arroz patentado y manipulado genéticamente, eso podría sabotear sus certificaciones, reduciendo su atractivo en el mercado y, en última instancia, amenazando sus medios de vida".

Pelegrina añadió que depender de un sistema de monocultivo para paliar la desnutrición reducía la resiliencia y aumentaba la vulnerabilidad a los impactos climáticos, un grave problema en uno de los países más vulnerables al clima del mundo. "Si las cosas no funcionan, son el agricultor y los consumidores quienes pagan la cuenta".

También hay soluciones más prácticas y probadas para combatir la carencia de vitamina A, como los programas de suplementación alimentaria y el apoyo a la población para que cultive diversos productos, incluidos los ricos en vitamina A, afirmó. "Ahí debería centrarse la atención y la inversión".