"En la carrera hacia el 7 de julio los franceses no cuentan con alternativas de cambio real".
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© www.faxz.net/theglobeandmail.com/KJNMarine Le Pen
En la primera vuelta de las elecciones legislativas en Francia, el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen obtuvo un sorprendente 34,2% de los votos, seguido por la coalición de "izquierda" reformista Nuevo Frente Popular con un 29,1%. La candidatura de Emmanuel Macron, Ensemble, quedó en tercer lugar con un 21,5%.

La participación alcanzó un notable 70%, marcando un incremento significativo en comparación con las legislativas anteriores. La derecha tradicional, representada por "Los Republicanos", obtuvo un 10%, reflejando el profundo descontento y la fragmentación política del país.

Los resultados de la primera vuelta de las elecciones legislativas reflejan un país dividido, donde la extrema derecha de Marine Le Pen ha logrado un hito histórico, dejando a millones de ciudadanos ante una elección sombría.

Pero en esta carrera hacia el 7 de julio, los franceses no cuentan con alternativas de cambio real, sino que pueden optar entre el miedo y la continuidad desesperanzada.

Por un lado tienen la opción de extrema derecha del Reagrupamiento Nacional (RN). Marine Le Pen, con su retórica suavizada, ha sabido encauzar el descontento popular, capturando el voto de aquellos desencantados con un sistema que no ofrece respuestas.

Frente a esta amenaza, el también derechista y ultraliberal Emmanuel Macron ha lanzado un llamado a una "gran unión claramente demócrata y republicana". Una coalición que pretende abarcar desde los restos de una izquierda diluida hasta una derecha centrista que, en última instancia, ha perpetuado las políticas neoliberales que han exacerbado las desigualdades sociales.

La "izquierda" reformista, reunida en el Nuevo Frente Popular, por su parte, parece un collage de ideologías que, lejos de desafiar el statu quo, podría verse obligada a pactar con el macronismo. Esto, sin duda, inclinaría aún más la balanza hacia la derecha.

Una "izquierda" desdibujada

Esta alianza de conveniencia entre reformistas y centristas no cuestiona los pilares del capitalismo ni la integración de Francia en la Unión Europea neoliberal. No hay propuestas de ruptura con el sistema económico que margina a los más vulnerables, ni una verdadera oposición sobre las políticas de austeridad impuestas desde Bruselas.

El líder de la "Francia Insumisa", Jean-Luc Mélenchon, anunció este mismo domingo que "la unión de izquierdas del Nuevo Frente Popular (NFP) es la única alternativa al triunfo de la ultraderecha", pero en paralelo anunció que en la segunda vuelta de las elecciones legislativas, el próximo 7 de julio, retirarán las candidaturas allí donde han quedado en tercer lugar. Aunque en la mayor parte de las circunscripciones la segunda vuelta del 7 de julio será un duelo a dos, mayoritariamente entre el NFP y RN, allí donde tres candidaturas pasan a la siguiente ronda, el bloque izquierdista retirará la suya para evitar dividir el voto frente a la ultraderecha.

El discurso de esta "izquierda" pretendidamente radical, pero que no escapa de los programas y planteamientos socialdemócratas, se centra cada vez más en "frenar a la extrema derecha", aunque ello implique pactar con la misma derecha que hasta hace bien poco afirmaban combatir.

Mientras tanto, el "Reagrupamiento Nacional" ha logrado capitalizar el desencanto, presentándose como una supuesta alternativa al establishment, cuando en realidad no representa más que una novedosa regresión disfrazada.

Un futuro incierto

Los franceses enfrentan, pues, un futuro que, por el momento, parece haberse despojado de toda esperanza. Con una participación electoral que ha alcanzado niveles no vistos desde 1981, cercana al 70%, el compromiso cívico está presente, pero la falta de alternativas de cambio real es un recordatorio sombrío de las limitaciones del sistema actual.

La política de bloques en Francia está quebrada, y lo que queda es una maraña de intereses objetivamente contrarios a las necesidades de las clases trabajadoras del país.

En este contexto, la supuesta alternativa de un "frente republicano" que incluya sectores de la supuesta izquierda, ecologistas y hasta a una "derecha democrática" promete ser más una pantomima que una solución real. Además, si el Nuevo Frente Popular cede terreno para unirse a Macron, se convertirá en cómplice de políticas que han profundizado la brecha social que ahora los tiene atemorizados.

En esta contienda electoral no se divisa un futuro luminoso en ningún horizonte, sino tan solo opciones politicas que provocarán más desencanto para la mayoría del pueblo francés.