
© Danilo ValladaresHeidi Velásquez con la foto de Mindy Rodas, antes de su mutilación
"Todo el tiempo me golpeaba la cabeza, me jalaba el pelo, me daba manotazos y patadas. Y me hacía vestir de manga larga para ocultar los golpes; incluso el día de mi boda llevaba un moretón en el brazo", dijo a IPS Heidi Velásquez en Guatemala."Así se le pasan a uno los días, las semanas, los meses, los años hasta comprender el círculo de la violencia que empieza con insultos, luego los golpes, después la luna de miel, más tarde el silencio y se reactiva", relató al describir los 12 años de convivencia con su esposo-verdugo.
Pese a todo, Velásquez, de 32 años y madre de dos niños, tuvo suerte: encontró fuerzas para buscar ayuda y poner fin a su matrimonio y dejar atrás una historia familiar donde la violencia era la cotidianidad.
En Guatemala, de 14 millones de habitantes, poco más de la mitad mujeres, la violencia machista tiene un saldo escalofriante. El año pasado 46.000 denuncias por estos abusos llegaron al Organismo Judicial, máximo órgano del Poder Judicial en el país.
Pero miles de estas víctimas no han logrado sobrevivir a la barbarie. En el decenio 2000-2010 más de 5.200 mujeres fueron asesinadas como parte de la violencia de género, la mayoría acribilladas a balazos, según la policía.
La cifra rebasa a las víctimas de Ciudad Juárez, la urbe mexicana fronteriza con Estados Unidos y conocida mundialmente por la cadena de feminicidios, los asesinatos por causas sexistas que comenzaron en 1993, y que en 2010 treparon a 306, según las cifras oficiales.
Velásquez ha sobrevivido a la tragedia pero no ha sido fácil. Debe encargarse sola de sus pequeños, de cinco y nueve años; acudir a terapia psicológica y afrontar una disputa legal con su ex pareja, acusada de misoginia, maltrato infantil y otros delitos.