Empieza un periodo político que podría abrir opciones a otros grupos políticamente emergentes como el Frente Obrero.
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Tras las elecciones europeas del 12 de junio, el panorama político ha vuelto a polarizarse y nuevas guerras fratricidas han vuelto a desatarse con fuerzas renovadas. Curiosamente, este belicismo político se ha dado de igual forma a la izquierda del PSOE que a la derecha del PP.

Podemos, de la mano de Irene Montero e Isa Serra, consiguieron representación en la Eurocámara, sacando un solo representante menos que el principal rival en su espacio político: Sumar. Tras las elecciones vascas y gallegas, Podemos lleva preparando el sorpaso a Sumar y la vuelta a su dominio del espacio, tras la dimisión de Yolanda Díaz todo parece indicar que por primera vez en mucho tiempo puede ser posible.

Tras la dimisión de Lilith Verstrynge y la desbandada general en las filas moradas, la situación se volvió crítica, con Pablo Iglesias aún quemado y apartado de la política de primera línea y con liderazgos débiles como los de Ione Belarra parecía que el proyecto estaba agotado. Pero las elecciones europeas han vuelto a insuflar ánimos en las fuerzas de Podemos. Vuelven a estar en la partida, y tras la dimisión de Yolanda Díaz y la elección de una ejecutiva de gente desconocida y sin carisma, Pablo Iglesias vuelve a verse con posibilidades. De hecho, así lo ha proclamado en su propio medio, Canal Red.

Iglesias sabe que en Sumar hay tres grupos que no van a permitir que nadie con carisma que no pertenezca a su propio grupo enderece la situación. Más País, Compromís y los comunes de Ada Colau tienen sus propios intereses, no dudarán en apuñalarse rastreramente unos a otros con tal de que el rival no dirija el proyecto.

Es el momento de Pablo Iglesias, la guerra se va a incrementar dentro de la izquierda como nunca antes, por lo menos en los tiempos recientes. Si Iglesias no es capaz de esperar su momento y la situación de crisis se alarga, el propio espacio político a la izquierda del PSOE se debilitará y lo que quede para el ganador de esta guerra civil no heredará más que rescoldos de lo que fueron. Con suerte, un espacio electoral como el que tenía en su día Izquierda Unida, muy alejado de la situación de Podemos antes de entrar en el Gobierno de Sánchez.

En el otro extremo también se preparan cambios importantes. Alvise, contra todo pronóstico y contra el sentido común y la inteligencia humana, ha conseguido tres eurodiputados, con casi un 5% del voto. Vox también ha conseguido mejorar sus resultados, incrementando en dos los representantes obtenidos.

Dos días antes de las elecciones, Girauta y Hermann Tertsch cargaron contra Alvise; sin embargo, tras el resultado electoral, tanto Buxadé como Abascal comenzaron a hablar bien de él y de su proyecto. El miedo está latente y quieren saber si hay posibilidad de absorber al movimiento de Alvise antes de las elecciones generales. Abascal no quiere que les pase como le sucedió a Izquierda Unida con Podemos tras el triunfo electoral de este último en las elecciones europeas.

La jugada no les va a salir bien, Alvise es inestable y su proyecto inconsistente y sin programa, sus bandazos y actitudes estrafalarias solo le van a llevar a confrontar con Vox y a disputarle su espacio.

El partido de Abascal debería haber confrontado con Alvise desde el principio, sin complejos ni cortapisas de ningún tipo. Han intentado evitarlo, pero los problemas y conflictos les van a salpicar igual. Si no son capaces de hilar fino, no me cabe duda de que Alvise puede quitarles buena parte de sus votos e influencia. El conflicto y la guerra civil dentro de la derecha está a punto de explotar.

Puede que para muchos de nosotros los resultados electorales de las elecciones europeas no hayan salido como queríamos, pero sin duda se abre un periodo político interesante, que dependiendo de cómo evolucione puede abrir opciones a otros grupos políticamente emergentes como el Frente Obrero.