... si la idea de miles de millones de barriles de reservas comprobadas de petróleo y miles de millones de toneladas de oro llena sus sueños con visiones de un flujo de dinero al rojo vivo y vodka helado, entonces Boris Yeltsin podría encontrar algún trabajo para usted. - Paul Hofheinz, Revista Fortune, 23 de septiembre de 19911Este artículo es un extracto del Capítulo 3 de mi libro Grand Deception: the Truth about Bill Browder, Magnitsky Act and Anti-Russian Sanctions ("El gran engaño: La verdad sobre Bill Browder, la Ley Magnitsky y las sanciones contra Rusia"). La primera parte de esta serie de artículos está aquí. La segunda parte aquí.
La terapia de choque le dio a Rusia una de las peores y más largas depresiones económicas del siglo XX, una catástrofe humanitaria sin precedentes durante una crisis en tiempos de paz y una privatización criminalmente injusta de los bienes públicos. Las razones por las que las cosas sucedieron de esta manera en Rusia generalmente no se entienden bien en Occidente. Incluso entre los intelectuales mejor informados de Occidente, el fracaso de la transición de la terapia de choque rusa se malinterpreta en gran medida y a menudo se atribuye a algún defecto siniestro de la sociedad rusa. Es lo que Bill Browder caracterizó como "la sucia deshonestidad de Rusia", o "los cimientos malvados de Rusia", que engendró corrupción y criminalidad de asombrosas proporciones. En este ambiente tóxico, los dulces frutos de la democracia occidental y el capitalismo simplemente no pudieron crecer a pesar de la generosa benevolencia de los amigos occidentales de Rusia.
Esta versión tan crédula de los acontecimientos no se basó nunca en un análisis coherente de lo que ocurrió en Rusia durante los años noventa. Más bien, se basó en la manipulación intencionada de la percepción a través de los medios de comunicación occidentales. Ya en abril de 2015, el Washington Post ofreció un buen ejemplo de esta manipulación de la percepción. En un artículo del consejo editorial, el periódico informó a sus lectores que en la década de 1990, "miles de estadounidenses fueron a Rusia con la esperanza de ayudar a su pueblo a alcanzar una vida mejor. El esfuerzo estadounidense y occidental de los últimos 25 años -al que Estados Unidos y Europa dedicaron miles de millones de dólares- tenía como objetivo ayudar a Rusia a superar el horrible legado del comunismo soviético, que dejó al país de rodillas en 1991. ... Los estadounidenses", escriben los editores del Washington Post, "vinieron con muy buenas intenciones... se le extendió una mano generosa a la Rusia postsoviética, ofreciendo lo mejor de los valores y conocimientos occidentales".2
Comentario: Exactamente. Vea también: (enlaces en inglés)